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Efecto depresor del alcohol

El etanol es una sustancia tóxica que produce un impacto depresor o sedativo sobre el sistema nervioso central. Los efectos depresores del alcohol varían en función del nivel de alcoholemia al que se llegue y del hábito de su consumo. Como sustancia psicoactiva inhibidora, una parte de sus efectos son comunes a otros hipnosedantes; mientras que otros son exclusivos del alcohol etílico.

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27/05/2020 por Sabrina Bequir Deja un comentario

Efecto depresor del alcohol

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Contenido

  • 1 El alcohol: la sustancia tóxica más consumida
  • 2 ¿Qué es una sustancia depresora?
  • 3 El alcohol: una droga depresora
  • 4 Tipos de bebidas etílicas y medidas equivalentes de alcohol
  • 5 Efectos de las bebidas alcohólicas según la cantidad ingerida
  • 6 Conclusión
  • 7 Referencias consultadas

El alcohol: la sustancia tóxica más consumida

El uso de bebidas alcohólicas se halla muy normalizado en nuestro país. Siendo una sustancia psicoactiva que cuenta con gran aceptación social y considerada más inocua que otras.

Sin embargo, en términos poblacionales, su impacto negativo para la salud de sus consumidores es incuestionable. La prevalencia de consumo esporádico de bebidas alcohólicas alcanza el 88% de la población; mientras que su empleo diario ronda el 10,2%. Porcentajes mucho más elevados que cualquier otra sustancia tóxica.

De hecho, estudios recientes confirman que el etanol o alcohol etílico ocupa el primer puesto en la clasificación de drogas más peligrosas. Dicha valoración viene dada por sus nefastas consecuencias a nivel físico, mental y social, así como por su alta capacidad adictiva.

Asimismo, el alcohol es una droga cuya sobredosis o intoxicación aguda provoca daños cerebrales severos. Así, esta sustancia se erige como uno de los mayores factores de riesgo sociosanitarios en materia de morbilidad y mortalidad prematura.

En la actualidad, el consumo de grandes cantidades de alcohol se produce con más frecuencia que en generaciones anteriores. Y es que la ingesta de bebidas etílicas comienza a edades muy tempranas, en plena adolescencia. El resultado de estos patrones sociales de consumo es que nuestros adolescentes son más proclives a sufrir enfermedades que los adultos.

Especialmente, alteraciones de tipo neuropsicológicas y problemas de neurodesarrollo, siendo éstos, en la mayoría de los casos, irreversibles. Lo que indica que el efecto depresor del alcohol ocasionan enormes daños para la salud biopsicosocial del consumidor.

Ciertamente, los efectos del etanol están en la base de la mayor parte de las alteraciones neurológicas y psiquiátricas. Debido a que, como droga inhibidora, su impacto sobre el sistema nervioso central y diversas regiones cerebrales resulta muy tóxica. A continuación ahondaremos más en este aspecto distintivo del alcohol dentro del conjunto de las drogas.

¿Qué es una sustancia depresora?

Las sustancias depresoras son aquellas que crean un efecto de sedación sobre el sistema nervioso central. Es decir, entre su efecto depresor se halla la ralentización de las funciones cerebrales y de la actividad del sistema nervioso, como es el caso del alcohol. Pero, por ello mismo, afecta a la capacidad de autocontrol. Las drogas depresoras más conocidas son la heroína, los barbitúricos, las benzodiacepinas y el alcohol.

Entre los efectos de los depresores del sistema nervioso destacan:

  • El inducir un cierto estado de relajación e incluso bienestar. Un buen ejemplo de ello son los ansiolíticos, que ayudan a mitigar la ansiedad y nerviosismo.
  • Cambios drásticos de humor. Ya que al afectar a las funciones cerebrales repercute también sobre los estados emocionales.
  • Un estado inicial de euforia, desinhibición e impulsividad.
  • Relajación muscular y dificultad para realizar movimientos corporales. Lo que puede reflejarse en la descoordinación motriz —o pérdida de equilibrio— y en el habla trabada.
  • Enlentecimiento de las funciones neuronales que provoca una disminución en la capacidad de reflejos y del estado de alerta. Así como afecta a elaboración de pensamiento lógico, la concentración y el autocontrol.
  • El causar somnolencia. De hecho, las sustancias depresoras más utilizadas suelen ser los somníferos.
  • Puede producir temblores.
  • Es posible que induzca a padecer episodios de alucinaciones.

Dos son los mayores riesgos que entraña el consumo abusivo y/o frecuente de estas sustancias. Por un lado, algunos de ellos poseen una alta capacidad de generar dependencia, como sucede con el alcohol. Por otro lado, un uso inadecuado y masivo puede llevar a la sobredosis o la intoxicación aguda. Lo cual puede degenerar en un estado de inconsciencia, coma o incluso muerte repentina.

Efecto depresor del alcohol

El alcohol: una droga depresora

El componente de las bebidas alcohólicas es el etanol, una sustancia neurotóxica de la familia de las sustancias depresoras. Si bien, por sus efectos iniciales de ligera euforia, puede confundirse con un estimulante.

Pero, en realidad el etanol es una sustancia sedativa. La más consumida de todas ellas y una de las más adictiva y peligrosa. Pues sus daños no sólo afectan a la salud física, sino que también genera alteraciones mentales, emocionales y sociales. No es vano, su consumo excesivo y continuo se convierte en una drogodependencia difícil de abandonar: el alcoholismo.

El problema social que detenta el consumo de alcohol es que las personas lo utilizan como una droga recreativa que ayuda a la desinhibición social. Mientras otras muchas, lo consumen como mecanismo de defensa para evadir situaciones de estrés o conflictos personales.

Sin embargo, un efecto depresor del alcohol, en caso de empleo continuado, es la aparición de cuadros depresivos. De hecho, los estudios clínicos evidencian que la depresión afecta a más del 50 % de los consumidores abusivos. Por tanto, queda claro que las bebidas etílicas no «ahogan las penas», sino que las intensifican.

De resto, los efectos inhibidores del alcohol son similares a los de otros hipnosedantes, si bien varían en cada individuo en función de algunos factores. Por ejemplo, el peso o la masa muscular de la persona, su sexo, su edad, si ha comido previamente, el hábito de consumo que tenga, etc.

Asimismo, el tiempo en que se ingiere una cantidad de alcohol, sobre todo cuando es elevada, resulta determinante. Y es que las borracheras o atracones de alcohol ocasionan un efecto depresor más severos que las tomas espaciadas y menores. De ahí que los efectos sedativos del alcohol sean experimentados de forma más aguda; llegando a la intoxicación o al coma etílico en el peor de los casos.

Tipos de bebidas etílicas y medidas equivalentes de alcohol

No todas las bebidas contienen la misma cantidad de concentración de alcohol etílico. De hecho, suele distinguirse entre bebidas fermentadas —vinos, cervezas, sidras,…—y bebidas destiladas —vodka, whisky, el ron,…— Ambas clasificaciones se basan en el proceso de elaboración y la fermentación de azúcares, así como la graduación de alcohol puro. Las bebidas destiladas poseen una graduación etílica de entre 40º y 50º; las fermentadas contienen menos de 15º de etanol.

Su consumo se mide a través de la unidad de medida estándar (U.B.E.) que equivale a unos 10 gramos de alcohol puro. En este sentido, la dosis diaria máxima recomendada es de 3 U.B.E para hombres y 2 U.B.E. para mujeres. A partir de ahí, ya estaríamos ante un consumo abusivo de alcohol y riesgo de adicción.

Teniendo en cuenta los parámetros de medición mencionados, una caña, un chupito o una copa de vino equivale a 1 U.B.E. Mientras que una toma de whisky o una copa de coñac suponen unas 2 U.B.E. Cuando se sugiere beber moderadamente significa que no se debe superar la dosis de 10 g o 12 g.

Ahora bien, para calcular el nivel de alcoholemia, en función de la U.B.E. consumida, hay que recurrir a determinadas fórmulas. Pero, grosso modo, se trata de dividir la cantidad de U.B.E entre el peso de la persona. Peso que debe ser multiplicado por 0,7 en el caso de varones o 0,6 para mujeres.

Efecto depresor del alcohol

Efectos de las bebidas alcohólicas según la cantidad ingerida

Así pues, según la tasa de alcoholemia que se alcance durante la ingestión, el efecto depresor del alcohol será distinto. Recordemos que la tasa de alcoholemia permitida para conducir, por tener una referencia, es de 0,5 gramos por litro de sangre.

  • Tasa de alcoholemia de 0,5 g/l. Aparecen efectos de euforia, desinhibición social y mayor impulsividad.
  • Tasa de alcoholemia de 1 g/l a 2g/l. El alcohol incide sobre el sistema nervioso y lo ralentiza. Se producen desequilibrios en los movimientos, lentitud de reflejos y efecto depresivos. Comienza la intoxicación etílica del organismo.
  • Tasa de alcoholemia superior a 2 g/l. Provoca un efecto hipnosedante y de confusión mental. El estado emocional se altera y se vuelve irritante, aparecen dolores de cabeza, náuseas y vómitos, quizás temblores. Comienza a actuar la somnolencia.
  • Tasa de alcoholemia superior a 3 g/l. Se entra en la fase de anestesia. La confusión mental y el estupor aumentan, así como se relaja la musculatura, el esfínter y el habla se torna balbuceante.
  • Se entra en serio riesgo de sufrir un coma.
  • Tasa de alcoholemia de 5 g/l. Muerte súbita por paro cardíaco y severa inhibición del sistema respiratorio.

Este es, a grandes rasgos, el ciclo de manifestación depresora del etanol en el organismo humano.

La ingestión de grandes cantidades de alcohol en un plazo breves de tiempo aumenta el riesgo de sufrir intoxicación aguda, coma o fallecimiento. Especialmente si se superan los 3 g./l en sangre. Sobrepasar esta medida implica una temeridad y un atentado contra la salud personal.

Conclusión

El alcohol es una droga con efecto depresor, tan adictiva como tóxica para todo el organismo. Cuyo consumo abusivo es fuente de conductas antisociales y enfermedades de todo tipo.

Pero principalmente genera la enfermedad del alcoholismo, una drogadicción en toda regla. Eso significa que, además de todos los estragos para la salud que causa, también lleva implícito su correspondiente síndrome de abstinencia. Motivo por el cual resulta tan complejo para la persona bebedora poder dejar el alcohol.

Los numerosos efectos nocivos que conlleva su consumo frecuente la convierten el peor problema de salud pública a nivel mundial. A ello contribuye la permisividad social que reviste el uso de esta droga y la costumbre fatal de combinarse con la toma de otras sustancias psicotrópicas.

Sin embargo, como se puede comprobar en este y otros posts de nuestro blog, beber alcohol no trae ningún beneficio. Al contrario, sus consecuencias para la salud se ven en forma de morbilidad y mortalidad precoces y evitables. Además de que el alcohol, como poderoso inhibidor del sistema nervioso, trae consecuencias psiquiátricas nefastas. Entre ellas, estados depresivos, ansiedad, los trastornos afectivos y antisociales de la personalidad.

Ante el menor indicio de estar cayendo en las garras de una adicción etílica, solicita asesoramiento profesional. Sabemos que no es tarea sencilla abandonar su consumo, pero en los centros de desintoxicación podemos ayudarte.

Referencias consultadas

  • Bernal Díaz, J. L., & Castro Martínez, J. (2017). Depresión y consumo de alcohol en jóvenes universitarios. Recuperado de http://alejandria.poligran.edu.co/handle/10823/531
  • Borràs, R. (s/f). ¿Cuáles son los peligros del alcohol? Recuperado de https://www.farmaceuticonline.com/es/alcohol/
  • Clemente. S. (2017). El alcohol no ayuda a olvidar. Recuperado de https://lamenteesmaravillosa.com/el-alcohol-no-ayuda-a-olvidar/
  • Disfruta de un consumo responsable (s/f). Unidad de medida estándar. Recuperado de https://www.disfrutadeunconsumoresponsable.com/comprender/unidad-bebida-estandar.asp
  • Echeverría, E. (2001). Abuso de alcohol. Madrid. Editorial Síntesis.
  • Pascual, P. F., & Guardia, S. J. (2012). Monografía sobre el alcoholismo. Socidrogalcohol. Recuperado de http://www.beveumenys.cat/_Adm/upload/docs/ITEMDOC_583.pdf
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Sabrina Bequir

Redactora de comunicación en el Instituto Castelao.

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