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Los efectos negativos
Las problemáticas que provoca el abuso de alcohol afectan a todas los ámbitos de la vida de la persona alcohólica. Por eso suele afirmarse que la bebida es una droga cuyos efectos negativos son de índole biopsicosocial. A nivel físico, no hay órganos o sistema que no se vea corroído por la toxicidad del alcohol; a nivel psíquico, su consumo excesivo genera un impacto neurotóxico muy grave en la salud mental del individuo.
Finalmente, a nivel social, son conocidas las consecuencias negativas que el consumo de alcohol produce en la vida familiar, social y laboral; reflejo de la inestabilidad y el malestar que la persona bebedora sufre en su psique y manifiesta con sus comportamientos. Pero, más allá del círculo inmediato social del alcohólico, su adicción supone un factor de riesgo comunitario y de salud pública.
El alcohol es una sustancia psicoactiva perteneciente al grupo de los depresores del sistema nervioso central; es decir, enlentece su funcionamiento y acarrea problemas de coordinación. Pero también, influye negativamente en muchas funciones neuronales, entre ellas, la memoria y los recuerdos.
Por tanto, aquella famosa frase popular que señala que la ingesta excesiva de alcohol ayuda a olvidar es una mera falacia. Sucede todo lo contrario: las sustancias etílicas refuerzan nuestros recuerdos más conflictivos y pueden generar mayor agravamiento de los estados depresivos.
A continuación, analizaremos cuáles son los efectos del alcohol en la memoria y en las estructuras cerebrales y cuáles son sus mayores manifestaciones neurotóxicas.
¿Cómo afecta el alcohol a nuestro cerebro?
Si bien es cierto que como droga inhibidora, la sustancia alcohólica causa cierto grado de inconsciencia o de relajación del estado anímico; también lo es que los daños que provoca en la memoria y en el correcto funcionamiento de nuestro cerebro son profundos. Así, el consumo excesivo de alcohol realizado de forma constante produce un deterioro cognitivo que, sin ser irreversible, sí supone una atrofia cerebral importante.
El alcohol etílico —o etanol— se extiende rápidamente por todo el organismo, dado su carácter liposoluble, y actúa sobre el sistema nervioso central; lo cual perjudica diversas áreas del cerebro. Así, una vez ingresa el alcohol en sangre afectará nocivamente a determinados neurotransmisores y regiones neuronales implicados en nuestra actividad cognitiva.
Al contrario que sucede con otra drogas, que tienden a actuar sobre un neurotransmisor determinado; el alcohol afecta a todo un elenco de neurotransmisores, receptores y hormonas. Principalmente al GABA, pero también a la dopamina, el glutamato, la serotonina, la adrenalina, la noradrenalina, los opioides endógenos, los cannabinoides y la acetilcolina.
Al mismo tiempo, las estructuras cerebrales que sufren el mayor impacto que les generan las sustancias etílicas son numerosas. El núcleo accumbens, el hipocampo, el sistema límbico, la amígdala y el lóbulo frontal, entre otros. Esta interacción explica los comportamientos antisociales que presentan muchos alcohólicos, al igual que su dependencia a la bebida. Ya que el etanol modifica el sistema cerebral de recompensas, generando la compulsión por beber alcohol para satisfacer o recompensar al cerebro.
Este mecanismo de acción del alcohol en todas estas estructuras neuronales es el responsable de la enfermedad del alcoholismo, el síndrome de abstinencia y del delirium tremens; así como de las intoxicaciones agudas que pueden resultar mortales.
Incluso en los periodos en que la persona se mantenga sobria, su memoria manifestará dificultades para recordar vivencias con normalidad.
Las complicaciones neuronales más frecuentes en alcohólicos
- Un ejemplo de los efectos del alcohol en la memoria es la encefalopatía de Wernicke, muy común en las personas alcohólicas crónicas. Su aparición guarda estrecha relación con el déficit de vitamina B1 que genera el alcohol en el organismo. Y sus efectos negativos se experimentan como visión doble, falta de coordinación, mareos y confusión.
- Asimismo, la polineuropatía alcohólica es la complicación neurológica más habitual en los pacientes con historial de consumo de alcohol prolongado. Se presenta en un tercio de los casos médicos. Se basa en la pérdida de fuerza y molestias permanentes en las extremidades inferiores; dando lugar a hormigueos y dolores en piernas y pies.
- Por otro lado, también cobra importancia, a nivel de salud mental y memoria, el Síndrome de Korsakoff. Se trata de una fase más evolucionada de la encefalopatía de Wernicke, en la cual el paciente ya padece una demencia. Esta degeneración neuronal provoca que la memoria a corto plazo se vea alterada y el sujeto tenga serias dificultades para el aprendizaje; así como para gestionar los recuerdos. Asimismo, el síndrome de Korsakoff afecta al comportamiento lógico y a la sociabilidad del paciente, como consecuencia de la demencia que padece.
- Además, cabe recordar que el consumo habitual de alcohol produce alteraciones en la visión espacial, dificultades para conciliar el sueño, la aparición de anemia y de déficit de vitaminas. Todo lo cual termina generando efectos perniciosos en la memoria e incrementa su degeneración.
¿Cuáles son los efectos del alcohol en la memoria?
El consumo de alcohol, especialmente cuando se trata de atracones etílicos, interrumpe el proceso de formación de la memoria episódica. De esta forma, supone un bloqueo para la codificación de los recuerdos.
La causa específica se halla en que el etanol, con su alto efecto sedante, refuerza el funcionamiento de los receptores cerebrales GABA A; lo que en determinados casos genera situaciones de amnesia. En contraposición, para almacenar los recuerdos es preciso una mayor actuación de los neurotransmisores de glutamato; una acción que el alcohol inhibe o bloquea.
De ahí devienen episodios de amnesia absoluta o parcial. Como sucede en otros casos, todo depende de los rasgos individuales o fisiológicos de la persona bebedora; del momento en que se realice la ingesta de alcohol; y del hábito o la frecuencia con que se repitan los consumos excesivos.
Ahora bien, conviene aclarar de qué hablamos cuando aludimos a la acción de experimentar atracones etílicos. Éstos se producen cuando el consumo supera cinco o más bebidas alcohólicas en menos de dos horas, aproximadamente.
No obstante, en mujeres la concentración de alcohol en sangre ocurre con menos cantidad de bebida que en los hombres; asimismo, la alcoholemia depende también de la vulnerabilidad fisiológica de cada individuo ante la sustancia etílica y de las circunstancias individuales, como tener o no el estómago vacío. Sea como fuere, la ingesta abusiva y apresurada de grandes dosis de alcohol también afecta perjudicialmente a la memoria del consumidor.
Efectos en la memoria
La investigación titulada Alcoholism: Clinical and Experimental Research, corrobora que el alcohol influye tanto en la memoria a largo plazo o episódica y la memoria a corto plazo de trabajo. La más afectada sin duda es la memoria a corto plazo, cuyas consecuencias puede experimentar cualquier persona que consuma alcohol de forma abusiva en momentos puntuales. En cambio, los efectos en la memoria a largo plazo los padecen principalmente los alcohólicos crónicos.
La importancia de estos hallazgos radica en que justifican el comportamientos irresponsable o conflictivo de muchas personas bebedoras; ya que no se trata de que carezcan de interés o voluntad para ejercer bien su trabajo o ejecutar nuevos aprendizajes, sino que su sistema cerebral alcoholizado se lo impide.
La amnesia alcohólica
La amnesia alcohólica resulta un efecto de haber consumido una gran cantidad de alcohol en poco tiempo. Se trata, pues, de lagunas mentales que sobrevienen como consecuencia de un atracón etílico. Por tanto, aún cuando se trate de un consumo puntual, si es excesivo, se esparce más velozmente el alcohol en sangre por el resto del organismo. Lo que provoca una interferencia en el funcionamiento normal de la zona del hipocampo, región cerebral relacionada con los recuerdos.
Obviamente, cuanto más dependencia haya de las sustancias etílicas, mayor será la cantidad de lagunas mentales que sufra la persona alcohólica. Pero, en líneas generales, la amnesia alcohólica es consecuencia de una ingesta abusiva en un breve periodo de tiempo. Con lo cual afecta tanto a bebedores ocasionales, como crónicos.
Cabe señalar que algunos especialistas llaman apagones mentales a estos episodios de pérdida de memoria por ebriedad y que acontecen en los bebedores sociales.
Pérdida de memoria parcial o síndrome de blackout
Otro de los efectos del alcohol en la memoria, y muy similar a la amnesia alcohólica en cuanto a origen y características es el denominado síndrome del Blackout. Bajo este síndrome se suscriben la pérdida de memoria que tiene lugar durante el periodo de borrachera o intoxicación aguda . Sin embargo, este síndrome alude a una amnesia parcial pero contundente, producto de un alto grado de alcoholemia.
Con todo, el mayor riesgo que reviste tanto el blackout como la tendencia a la amnesia alcohólica es la falta de autodominio y consciencia de lo que se hace. Así, bajo los efectos de una intoxicación etílica aguda, la persona puede realizar actos temerarios o irresponsables que en situaciones de sobriedad jamás realizaría.
Conclusión
El alcohol es una sustancia psicoactiva depresora del sistema nervioso central que actúa de modo sedante en el organismo. Por ello, su presencia provoca que los procesos cerebrales disminuyan su acción o se degeneren, lo que trae consigo el deterioro cognitivo.
Así, los efectos del alcohol en la memoria resulta uno de los rasgos principales que acarrea los abusos de las bebidas alcohólicas; y más aún la enfermedad del alcoholismo. En suma, un consumo de alcohol exagerado durante mucho tiempo puede tener consecuencias para la memoria a largo plazo. Incluso en los periodos en que la persona se mantenga sobria, su memoria manifestará dificultades para recordar vivencias con normalidad.
Realmente nunca podemos hablar de una dosis saludable de alcohol. Ni siquiera el consumo moderado es beneficiosos para el organismo y la salud mental, por mucho que sea una droga socialmente aceptada. Y es que los efectos del alcohol son múltiples y excesivamente dañinos. Y no se trata simplemente de que éstos impactan en las funciones cerebrales y los comportamiento impulsivos; sino que nos alejan de todo bienestar y perjudican a las personas que nos rodean.
No obstante, siempre se puede recurrir a la ayuda profesional para cortar con el hábito de beber alcohol compulsivamente y en consecuencia superar la adicción con tratamiento terapéutico. De hecho, tras el abandono de la bebida, en conjunto con un tratamiento integral adecuado, pueden mejorarse significativamente los efectos del alcohol en la memoria.
Referencias bibliográficas
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