Contenido
- 1 El concepto de alcoholismo
- 2 De la alcoholización al etilismo crónico
- 3 Las consecuencias del alcoholismo en cuestiones de salud
- 4 El alcoholismo crónico y la malnutrición
- 5 Etilismo crónico y salud mental
- 6 Los beneficios del tratamiento profesional para superar el alcoholismo
- 7 Referencias consultadas
El concepto de alcoholismo
El término alcoholismo crónico —también llamado etilismo crónico, alcoholismo o dependencia al alcohol— aparece por primera vez en 1852. El primer profesional de la salud en utilizarlo fue el médico sueco Huss. Bajo esta denominación se adscriben aquellos problemas de salud que comporta la adicción al alcohol. Como alteraciones neurológicas, psiquiátricas, digestivas, cardíacas y la clásica enfermedad hepática, entre otras muchas.
Con todo, habría que esperar hasta la década de 1960 y 1970 para que el alcoholismo fuese visto como una enfermedad en sí misma. Es entonces cuando la OMS le da el reconocimiento y la atención pública que merecía.
Hablar de alcoholismo crónico implica aceptar que se trata de una enfermedad severa y no una mera conducta desviada de quien la padece. En efecto, aceptar que el alcoholismo es un proceso patológico supuso un gran cambio en el tratamiento de este fenómeno social. Pues, gran parte de las conductas antisociales y la compulsión que sienten los alcohólicos por beber tiene una explicación médica.
Así, el alcoholismo crónico se presenta como una dependencia física y psico-emocional. Es decir, una enfermedad mental, cuyo abordaje debe realizarse desde instancias sanitarias y sociales. Puesto que, como toda adicción, contempla un problema de salud de carácter biopsicosocial.
El consumo abusivo y descontrolado de alcohol no solo produce estragos en la salud mental y física del individuo adicto. También afecta a sus relaciones familiares, laborales y sociales, y al desempeño eficiente de todas las áreas de su vida. De ahí que, en la actualidad, el alcoholismo crónico sea considerado un problema de salud pública que trasciende lo individual.
Ahora bien, ¿qué entraña el etilismo crónico? ¿Cuáles son sus manifestaciones más evidentes? Porque no toda persona que presente problema con el alcohol padece de esta enfermedad.
De la alcoholización al etilismo crónico
Tomar alcohol, sea de forma discreta y puntual o abusiva, se trata de una acción de alcoholización. Teniendo en cuenta que las bebidas etílicas son de consumo legal y están integradas en la vida cotidiana resulta fácil hacerlo.
Sin embargo, de una experiencia distendida y ocasional hay personas que pasan a un consumo abusivo del alcohol. Lo que se va convirtiendo en un hábito, hasta que se genera una dependencia fisiopsicológica a la bebida.
Sabemos, por tanto, que se está en riesgo de desarrollar una adicción por la excesiva cantidad de alcohol que se ingiere semanalmente. El límite diario de la línea de riesgo está en 3 vasos de alcohol fermentado —unos 30 ml.— para hombres. Mientras que para las mujeres está en menos de 2 vasos —20 ml.
Si se excede esta cantidad, entonces la alcoholización se torna una costumbre peligrosa. Ya que cada vez el organismo demanda una mayor dosis de alcohol para alcanzar los efectos placenteros iniciales. Y si no recibe dicha dosis, experimenta nerviosismo, ansiedad, mal humor,…
Finalmente, cuando el consumo abusivo se hace cotidiano, se ha generado una adicción al alcohol. El origen de la cual es una disfunción neuronal, entre otros factores de vulnerabilidad en la persona. Ahora la bebida toma el protagonismo de la vida de la persona. Todo gira en torno a poder satisfacer esta compulsión, que el alcohólico siente como una necesidad. Primero se tratará de una dependencia psicológica y más tarde se volverá también física. Entonces, ya se está inmerso en un proceso de etilismo crónico.
Cuantos más años se inviertan en esta adicción, peores serán los efectos negativos sobre la salud y la vida psicosocial del alcohólico.
Las consecuencias del alcoholismo en cuestiones de salud
Las consecuencias nefastas que provoca el etilismo crónico en la salud integral del sujeto alcohólico son muy diversas. De hecho, para ayudar a un alcohólico a recuperar su bienestar es preciso abordar su problemática desde un enfoque multidisciplinar.
En este sentido, se considera al alcoholismo un problema de salud pública no solo por el elevado número de personas que lo padecen. Sino también por la atención sociosanitaria que demanda —y, con ello, el gasto en salud pública que genera para la sociedad.
Y es que el alcohol impacta en todos los órganos del cuerpo; además de causar serios problemas en la salud mental y en la esfera social del individuo. Así, los expertos aseguran que el consumo excesivo de alcohol es el causante principal de unas 200 enfermedades. Así como el motivo principal de un alto porcentaje de ingresos hospitalarios.
Quizá la complicación más conocida del consumo de alcohol sea la enfermedad hepática alcohólica o la cirrosis. Sin embargo, su consumo está asociado a un sinfín de dolencias crónicas, problemas de morbilidad, discapacidades y muertes prematuras.
El alcoholismo crónico y la malnutrición
Gran parte de estos trastornos fisiológicos y psicológicos tienen su base en la malnutrición generada por el alcoholismo. Bien porque éste produce una disminución del apetito, lo cual repercute en la ingestión de nutrientes esenciales. O bien, porque el etanol impide la digestión y la metabolización normal de vitaminas y minerales y otros nutrientes.
La ingestión de etanol en exceso tiende a comportar una pérdida de peso en la mayoría de los bebedores. Esto se debe a que el alcohol, que suele contener mucho azúcar, promueve la reducción de la ingestión de proteínas, grasas o carbohidratos. Pero también interfiere en el consumo recomendado de vitaminas (A, C y B1 o tiamina) y otros nutrientes.
Es por ello que el estado nutricional de los alcohólicos tiende a presentar muchas deficiencias de nutrientes. De ahí que suelan padecer malnutrición primaria o secundaria. Lo cual explica su debilidad inmunológica, su falta de energía y algunos otros problemas de salud mental. Pues, la falta de una dieta saludable influye en una menor producción de neurotransmisores y de otras conexiones biológicas favorables.
En cambio, uno de los primeros signos visibles de la abstinencia de alcohol reside en la mejora del estado nutricional. Como, por ejemplo, una recuperación de masa muscular. Asimismo, una nutrición más sana y equilibrada en ex alcohólicos ayuda a la recuperación de sus alteraciones de salud mental. Al igual que a sus problemas digestivos y las enfermedades hepáticas, dos de las dolencias que más sufren.
Etilismo crónico y salud mental
Diversas investigaciones confirman los numerosos déficits neuropsicológicos ocasionados por el alcoholismo crónico. Pues la ingesta excesiva de alcohol produce a largo plazo un deterioro cerebral y de las funciones cognitivas muy contundente.
Muchos son los trastornos por consumo que merman la salud mental o psiquiátrica del alcohólico. Desde deterioro de la memoria, razonamiento y soluciones de problemas hasta conductas antisociales o déficit visual y motor. Las consecuencias del alcohol en el sistema nervioso y el sistema cerebral lastran sumamente la calidad de vida.
Así, la incapacidad para la actividad laboral o accidentes viales o laborales son algunos de los efectos del alcoholismo. Efectos que hunden su origen en el daño cerebral que reviste esta dependencia desde un punto de vista neuronal.
En efecto, el abuso del alcohol durante periodos extensos de tiempo se manifiesta de diversos modos en el cerebro. Uno de ellos es la deficiencia de tiamina, lo que provoca una atrofia de la materia gris cerebral. Otra deficiencia es la relativa a la vitamina B1. La falta de niveles de tiamina y Vitamina B1 adecuados está asociada a los síndromes de Wernicke y de Korsakoff. Ambas son complicaciones neurológicas habituales en muchos alcohólicos crónicos.
La encefalopatía de Wernicke, producto del déficit de vitamina B, engloba síntomas como visión doble, falta de coordinación, desorientación y confusión. También genera descoordinación de los movimientos, o ataxia.
Mientras que el síndrome de Korsakoff, vinculado a la ausencia de tiamina suficiente, supone una fase avanzada de la enfermedad de Wernicke. Se trata de un tipo de amnesia, que implica dificultad para el aprendizaje y comportamientos conflictivos o ilógicos. También provoca apatía y anosognosia —no ser conscientes de estar enfermos.
Por otro lado, el alcoholismo genera diferentes enfermedades psiquiátricas como depresión, ansiedad, trastornos de conducta o incluso trastorno psicótico.
Los beneficios del tratamiento profesional para superar el alcoholismo
Cuando se inicia un proceso de desintoxicación y abstinencia, la persona alcohólica puede mejorar de forma considerable. Y es que, afortunadamente, muchos de estos trastornos neuropsicológicos o psiquiátricos son reversibles. Todo gracias a la plasticidad y regeneración del sistema nervioso y de las funciones neuronales. Si bien, es cierto que dicha recuperación depende en gran parte de la edad del individuo.
Por eso, cuanto antes se solicite ayuda profesional para abandonar el alcoholismo, será más favorable la recuperación. Como sucede con otras drogodependencias, el tiempo que se tarde en pedir ayuda juega en contra de la salud del paciente. Pues, el alcoholismo crónico no se trata de un problema de adicción simplemente. Sino que implica todo un compendio de enfermedades y consecuencias que limitan la calidad de vida de forma multifactorial.
De ahí que todos los centros de tratamientos de adicciones ofrezcan una atención terapéutica multidisciplinar para tratarlo. Al igual que estructuran su tratamiento en diversas fases: desintoxicación, deshabituación, rehabilitación y reinserción. Pues, no solo ayudan al adicto a abandonar el consumo de alcohol; sino que le ayudan a recuperar las habilidades personales pérdidas y a reintegrarse en su entorno.
Porque, en suma, el alcoholismo crónico entraña muchos perjuicios para la salud del bebedor; los cuales revisten un grave riesgo para su vida. Pero también pone al alcohólico en una situación social muy desagradable. Siendo una de sus manifestaciones más graves la marginación social y los problemas psicosociales con el entorno del individuo.
De hecho, el etilismo se concibe como una enfermedad que afecta tanto al bebedor, como a quienes conviven con él. De ahí que la recuperación de una persona alcohólica suponga la recuperación la salud de toda una familia.
Referencias consultadas
- García Martínez, A. y Sánchez Lázaro, A. M. (2005). Drogas, sociedad y educación. Universidad de Murcia, Servicio de publicaciones.
- Moreno Otero, R., & Cortés, J. R. (2008). Nutrición y alcoholismo crónico. Nutrición Hospitalaria, 23 (Supl. 2), p. 3-7. Recuperado http://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S0212-16112008000600002&script=sci_arttext&tlng=pt
- Martínez, A., & Rábano, A. (2002). Efectos del alcohol etílico sobre el sistema nervioso. Rev Esp Patol, 35 (1), p.63-76. Recuperado de http://patologia.es/volumen35/vol35-num1/pdf%20patologia%2035-1/35-1-06.pdf
- Plaja, C. J., & Jurado, M. Á. J. L. (1991). Alteraciones neuropsicológicas en el alcoholismo crónico. Anuario de psicología/The UB Journal of psychology, (49), p. 41-50.
- Redacción Médica (2018). El consumo excesivo de alcohol está implicado en más de 200 enfermedades. Recuperado de https://www.redaccionmedica.com/secciones/medicina-interna/el-consumo-excesivo-de-alcohol-esta-implicado-en-mas-de-200-enfermedades-9902

Redactora de comunicación en el Instituto Castelao.
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